El mejor pan para cada burger

El pan es uno de los elementos imprescindibles para disfrutar de verdad de una buena hamburguesa. Un pan tierno y jugoso que combine con los ingredientes, que se empape sin romperse y que no destaque, sino que acompañe tanto a la carne como al resto de elementos que forman el plato. Elegir no es fácil por eso hemos pedido consejo a los panaderos artesanos de Levaduramadre y te explicamos lo que nos han contado.

Una gran hamburguesa necesita un gran pan. Un pan lo suficientemente tierno para no resultar molesto al morder, pero lo bastante consistente como para no desmigarse y deshacerse cuando empezamos a comer. Debe ser un ‘bun’ –como se le conoce en inglés- con un sabor propio que no compita con la carne, sino que la realce y la complemente. ¿Y cuál es ese pan? Pues según los expertos no  hay sólo uno, sino muchos más de los que pensamos y la elección perfecta depende no sólo de los ingredientes que acompañan a la carne, sino de nuestros gustos personales.

Aunque la hamburguesa es uno de los platos más reconocidos de la gastronomía estadounidense, ahora mismo podemos afirmar que es una receta universal a la que cada país le ha dado su impronta particular y eso se nota especialmente cuando hablamos de los panes. En nuestro país por ejemplo, es cada vez más habitual encontrar restaurantes que no sirven las burgers en el convencional, y un tanto demodé, bollo con semillas de sésamo. Las mejores hamburgueserías saben que el pan es fundamental a la hora de degustar sus especialidades y ofrecen una selección de bollitos pensados especialmente para cada comensal.

Pero ¿cuál es el mejor?

Es fácil encontrar muchos tipos de bun, desde el de pan de cristal hasta el multicereal pasando por el de semillas o el mollete, de modo que podamos construir una burger completamente a nuestro gusto.

El pan de cristal por ejemplo tiene una corteza fina y crujiente, con poca miga pero muy alveolada, realmente tierna y perfecta para que se empape en su justa medida con los jugos de la carne y las salsas. Al tener un sabor bastante neutro, combina a la perfección con cualquier hamburguesa, desde las más sencillas a las más complejas.

Los molletes por otra parte son panes muy blancos, de miga blanda y fina procedentes de Andalucía, donde se suelen comer aderezados con Aceite de Oliva y/o tomate en el desayuno. Eso nos da una idea de que hablamos de un bun muy adecuado para contener carnes jugosas y todo el resto de ingredientes que suelen llevar las hamburguesas. Si no conoces los que te ofrecemos en Levaduramadre no sabes lo que te estás perdiendo.

Tanto el pan de semillas de amapola como el multicereal son también elecciones perfectas para las burgers. No son buns muy altos y gruesos, de los que entorpecen la mordida, ni tampoco demasiado finos que impidan disfrutar del pan y saborear la combinación de ingredientes. Hablamos de panes modernos, muy en la línea de los gustos actuales que combinan con cualquiera de las elecciones que hagamos, ya sea una Burger de vacuno, de pollo, de pescado o vegana, y además tienen además un punto extra su favor, son la opción más healthy para este plato pero también un punto en contra, su sabor suele ser más intenso que los elaborados con harinas blancas y le roban el protagonismo al resto de ingredientes.

En Levaduramadre sin embargo apostamos por una burger diferente. Preparada partiendo de un bollito dulce tipo brioche, elaborado en nuestro propio obrador a base de masa madre, harina de trigo, leche, huevos, mantequilla, zumo de naranja y azúcar. El resultado es un bun muy tierno y jugoso que funciona como una esponja recogiendo todos los jugos de los diferentes ingredientes que conforman una buena hamburguesa, pero sin desmoronarse. Además su sabor levemente dulce combina muy bien con salsas como el kétchup, la mayonesa y la mostaza.

En algunas ocasiones, en Levaduramadre personalizamos panes de hamburguesa para algunos clientes de hostelería o para ocasiones especiales y lo hacemos de maneras originales y llamativas. Uno de ellos es el que puedes ver en la imagen, se trata de un bun dorado, pintado a mano con spray comestible, tan atractivo que, en vez de comérnoslo, dan ganas de colocarlo en una vitrina.